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NUESTRA HISTORIA

 

    Cuando personalmente empecé a trabajar en Honduras en el 2004, la nación era considerada como el segundo país más pobre en Latinoamérica. Durante mi primer año de trabajo misionero, descubrí un orfanato en gran necesidad situado en Roatán, Honduras; y, debido al gran nivel de pobreza, no fue una sorpresa el hecho que la iglesia local que dirigía el orfanato requiriera de una ayuda urgente. Sin embargo, sí que fue una sorpresa el encontrar, en la misma isla, un hogar de niños que operaba eficientemente y con tanto apoyo que ellos mismos entregaban provisiones a las escuelas locales. Fue tras haberme ofrecido como voluntaria en estos orfanatos tan contrastantes que encontré mi propósito de vida: trabajar a favor de la causa del huérfano. A través de los siguientes ocho años, nuestra familia vivió la mayoría del tiempo en Honduras y se esforzó por caminar a la par de varios orfanatos; dándoles los recursos, las conexiones y las capacidades necesarias para lograr una atmósfera de excelencia.

    Fue durante estos años que junto a mi esposo, Jorge Garcia, empezamos a brindar ayuda a uno de los orfanatos que el gobierno de Honduras dirigía. Ahí fuimos testigos de horrores inimaginables, pero fue nuestro trabajo en este orfanato público que condujo, de forma muy natural,  a un programa de protección temporal para los niños. Y en el 2014, nuestros ojos fueron abiertos a un llamado aún más apegado al corazón de Dios que el hecho de brindar servicio a los niños vulnerables dentro de los orfanatos; fue el llegar a ver a aquellos huérfanos, en total abandono, siendo integrados a familias. Fue así que se dio inicio a uno de los primeros programas de acogimiento familiar formales en Honduras. Hoy en dia, en alianza con otras ONG’s, la iglesia local, y DINAF (el programa gubernamental de asistencia a la niñez y la familia de Honduras), nos hemos determinado el llegar a ver a la mayoría de los niños huérfanos de Honduras siendo integrados a familias biológicas, familias de acogimiento o familias adoptivas, en lugar de ser ingresados a orfanatos. Realmente, es una gran hazaña, y no podríamos estar más emocionados de tener el privilegio de poder participar en tal labor, estando convencidos de que Cristo ya completó la obra en la cruz. Nosotros solo estamos viendo los frutos.    

Tara Garcia
Co-fundadora/Directora Ejecutiva